Tabaco

El tabaco es una droga estimulante del sistema nervioso central. Uno de sus componentes, la nicotina, posee una enorme capacidad adictiva, y es la causa por la que su consumo produce dependencia.

¿Qué efectos produce?

La nicotina es una sustancia estimulante, pero la mayoría de los fumadores creen que el fumar les relaja, pero en realidad es porque calma la ansiedad provocada por la falta de nicotina en el cuerpo (un síntoma del síndrome de abstinencia). 

Desde el momento que un individuo se convierte en un fumador habitual, los componentes tóxicos del humo del tabaco comienzan una lenta pero infatigable labor. 

Un gran número de enfermedades, en diversos sistemas de nuestro organismo, resultan provocadas o favorecidas por el tabaquismo. 

Aparecen, en un principio, esas «pequeñas» señales de alarma a las que el fumador se habitúa a pesar de que van progresivamente mermando su calidad de vida (cansancio, tos, expectoraciones, etc…). Son el principio de unos efectos negativos de los que se pueden destacar estos. 

Efectos a corto plazo:

  • Fatiga prematura.
  • Mayor riesgo de anginas.
  • Aumento de resfriados.
  • Tos y expectoraciones.
  • Pérdida de apetito.
  • Alteraciones del ritmo del pulso.
  • Color amarillento de los dedos y dientes.
  • Mal olor que se desprende de la boca y del aliento.

¿Qué riesgos provoca?

Existen una serie de enfermedades que se encuentran directamente relacionadas con el tabaquismo, como son: el cáncer de pulmón, la bronquitis, el enfisema pulmonar y los problemas cardiovasculares. 

Hay otras enfermedades que también suelen aparecer en fumadores, como otras formas de cáncer (labio, boca, laringe, esófago y vejiga) y la úlcera gastroduodenal. 

Mitos y realidades

Mito: Fumar un cigarrillo relaja y alivia el estrés. 

Realidad: El tabaco no tiene propiedades relajantes puesto que es un estimulante. La aparente sensación de “alivio” que se siente al fumar un cigarrillo se debe a la supresión de los síntomas de abstinencia producidos por la falta de nicotina en el cerebro. 

Mito: Cuando se deja de fumar se pasa muy mal. Es peor el remedio que la enfermedad. 

Realidad: Es cierto que al principio, cuando se deja el tabaco, la dependencia a la nicotina provoca malestar, pero se trata de una sensación temporal. En cambio, los beneficios son muy evidentes e importantes y aparecen a los pocos días de abandonar el consumo. 

Mito: Si se deja de fumar, se engorda siempre. 

Realidad: Este mito es utilizado con frecuencia para no dejar de fumar. Es cierto que fumar conlleva a un gasto calórico por sí mismo, y tras el abandono del tabaco puede producirse un aumento de peso. La ansiedad por el síndrome de abstinencia, el “picoteo” entre horas y la mejora del gusto y el olfato al dejar de fumar contribuyen al aumento de peso. Una alimentación adecuada y ejercicio moderado pueden ser de ayuda y existen además técnicas de tipo psicológico o farmacológico que son eficaces para este problema.